Sabrás qué es el índice Conference Board, por qué la Fed lo sigue y un descubrimiento importante que hizo Morgan Stanley de este ratio.

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Se trata de uno de los principales indicadores de sentimiento de los inversores, ya que puede predecir el gasto de los consumidores, que es una parte importante en el total de la actividad económica.

Lecturas altas apuntan a un consumo optimista.

El índice de confianza del consumidor de Conference Board se inició en la década de 1960. Suele preguntar a los consumidores más sobre sus sentimientos acerca del mercado laboral. La fortaleza actual del mercado laboral es la razón por la que esta encuesta muestra cifras ligeramente mejores (en relación con su historia) que los datos de la Universidad de Michigan, que se centran más en las finanzas personales y la inflación.

Se publica a las 16:00 hora española el último martes de cada mes.

Los índices de confianza son volátiles de un mes a otro y, a veces, disminuyen drásticamente a medida que los consumidores reaccionan (y reaccionan de forma exagerada) al mercado bursátil, los acontecimientos políticos y otros eventos. Esas disminuciones a menudo no se traducen en cambios reales en el gasto. Pero los descensos sostenidos son otro asunto.

Morgan Stanley descubrió que una caída del 15% año tras año en el índice Conference Board es un factor fiable para predecir una recesión.

En el ámbito económico, la confianza del consumidor puede indicar cómo se sienten los consumidores respecto a la economía. Y esto es importante porque el 70% de la economía estadounidense se compone del gasto de los consumidores.

Al tratarse de un indicador que refleja la confianza de los consumidores, puede impulsar el gasto y el crecimiento económico. Por otro lado, si los consumidores se sienten desanimados, pueden tender a ahorrar en lugar de gastar, especialmente si creen que las malas condiciones económicas acabarán afectando a sus finanzas personales. Por eso, incluso la Reserva Federal lo considera un indicador importante.

Pero eso sí, hay que tener en cuenta que los indicadores de sentimiento pueden hacernos tropezar a veces. Por ejemplo, la confianza de los consumidores cayó en 2011, sí, en medio del aumento de los precios de la gasolina, pero se desplomó en agosto de ese año en medio de las tumultuosas negociaciones sobre el techo de la deuda en Washington, lo que finalmente resultó ser una falsa alarma, ya que no hubo recesión.

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